
¿La legalización del aborto evitaría muerte por aborto clandestino?
El movimiento pro-aborto insiste en que la legalización del aborto es necesaria como una medida que permitiría reducir la mortalidad materna relacionada con el aborto clandestino. Señala que, en los países en que el procedimiento no está convenientemente legalizado, las mujeres en situación de vulnerabilidad quedarían en manos de personas inescrupulosas que, sin la capacitación suficiente, pondrían su vida en riesgo con prácticas médicas poco adecuadas.
La legalización no constituye, evidentemente, una solución al problema del embarazo no deseado, pero limitaría el daño. Se podría, al menos, proteger la vida de la madre gestante, ofreciéndole una posibilidad razonable de continuar con su existencia. Se detendría la sangría inútil, constante y abundante de mujeres que pierden la vida por aborto en condiciones inseguras.
La imagen puede ser impactante, pero solamente los datos ofrecidos por el sistema sanitario pueden ofrecer una perspectiva adecuada. De otra forma, se corre el riesgo de tomar decisiones sobre situaciones marginales o inexistentes.
Un ejemplo del planteamiento del problema: la OMS
Sin entrar aquí en las cuestiones éticas y jurídicas -que nos llevarían a una reflexión en torno al bien de la vida y a su tutela por parte del Estado- podemos centrarnos en torno a los aspectos relativos a la salud pública.
En este punto, la OMS advierte que el 45% de los abortos del mundo son inseguros[1] aunque no indica cómo obtuvo esta cifra. Señala también que entre el 4.7% y el 13.2% de las muertes maternas pueden atribuirse a abortos inseguros[2]. Los datos provienen de un artículo publicado en The Lancet[3] . Se trata de un estudio acerca de la mortalidad materna en el mundo. La información se presenta como una llamada incontrovertible a liberalizar el aborto.
Sin embargo, la interpretación de los datos muestra serios problemas metodológicos. En primer lugar, la información relativa a la mortalidad materna proviene de las diversas fuentes oficiales de cada país, concretamente de los registros que cada país ofrece. Esto quiere decir que los datos provienen del sistema público. En realidad, no hay razón a priori para asumir que se tratan de abortos en condiciones inseguras. Distinto sería el caso si la información proviniera de clínicas clandestinas o de personas que operan al margen de la ley.
A esto debe sumarse otra consideración: no toda muerte materna está necesariamente vinculada a un aborto provocado. Como es sabido, el embarazo ectópico, los problemas cardiovasculares, la desnutrición u otras condiciones preexistentes pueden constituirse en causas de muerte materna. Es un grave error metodológico unir estas muertes a aquellas cuya causa es el aborto provocado. En definitiva, la OMS hace una extrapolación que carece de fundamento científico: la de situar a todas las muertes maternas en la categoría de aborto en condiciones de riesgo.
Las dificultades no terminan allí
La OMS urge a la legalización como un medio de evitar la muerte materna. Para apoyar sus afirmaciones se remite a un estudio acerca de los abortos en condiciones inseguras a nivel mundial[4]. Sin embargo, el artículo en que pretende respaldarse señala expresamente: “no incluimos directamente la tasa de muertes relacionadas con el aborto en nuestro análisis”[5]. Y más adelante se lee: “no se observó ninguna asociación clara entre la proporción de abortos inseguros por región y las tasas de casos fatales”[6]. La argumentación resulta contradictoria y, por tanto, ininteligible. La OMS sostiene que es necesario extender el aborto para evitar la muerte materna. Para ello, cita un documento en el que consta expresamente la ausencia de una clara correlación entre condiciones inseguras aborto y muerte materna.
La mortalidad materna por aborto clandestino
De todas formas, cabe preguntarse, si a pesar de la falta del sustento científico la OMS, señala a pesar todo, un punto válido: la correlación entre aborto inseguro y muerte materna.
Para contestar adecuadamente a este problema, necesitaríamos tener acceso a la tasa de mortalidad materna por aborto en condiciones clandestinas. Sin embargo, aquí hay un escollo no pequeño: precisamente por tratarse de práctica que se realiza al margen de la ley, no queda registrada en las estadísticas oficiales. En consecuencia, es necesario acudir a otros datos que puedan servir para efectuar una estimación.
Un indicador adecuado podría ser el de mortalidad materna por aborto tal como consta en las cifras oficiales. Un aborto clandestino que termina con la muerte de la madre es un hecho difícil de ocultar. La autoridad exige un certificado de defunción, en el que debe quedar clara la causa de la muerte. A veces se requieren también investigaciones complementarias.
Por otra parte, no es infrecuente que, al complicarse el aborto, las personas sean derivadas a la red de salud pública y en este caso, lo que comienza siendo un aborto clandestino pasa los registros oficiales. Por este motivo, la tasa de muerte materna por aborto puede ser un buen indicador también de la tasa por aborto clandestino.
Tomemos, por ejemplo, el caso de Ecuador. Los informes sobre mortalidad materna se encuentran en la página web del Ministerio de Salud Pública[7]. Entre los datos relacionados con aborto, los que guardan una especial relación con situaciones clandestinas serían los siguientes: aborto complicado con hemorragia; aborto incompleto; infección masiva post aborto. Las muertes maternas que se incluyen en las categorías antes mencionadas son: 6 en 2017; 6 en 2018; 4 en 2019, 4 en 2020; 1 en 2021.
Estos datos muestran que el aborto clandestino no es un problema de salud pública. Su tasa de mortalidad no tiene punto de comparación con las que ocasiona el cáncer de mama (670 casos en 2017) o la diabetes (63 000 casos en 2013), por citar dos ejemplos significativos. Si se tratase de una sangría, hace tiempo que los agentes sanitarios se habrían visto desbordados para atender una cantidad ingente de casos. Otra señal de alarma sería el aumento sostenido de las cifras. Pero los datos parecen indicar lo contrario. Podemos concluir, por tanto, que se trata de un fenómeno marginal en relación con las otras causas de mortalidad.
¿Por qué ocupa tanta atención?
Llama la atención la desproporción que existe entre los datos estadísticos acerca del aborto clandestino y el papel que este ocupa en el debate en torno a la legalización. Se trata de un fenómeno raro y marginal, y, sin embargo, encuentra un amplio espacio en los medios de comunicación. Llega a presentarse como un motivo fundamental para la liberalización. En no pocas ocasiones está plagado de información inexacta. El reporte de la OMS que se comentaba más arriba puede servir de ejemplo.
Un asambleísta señalaba, por ejemplo, que desde el año 2004, las cifras oficiales registraban más de 435 000 abortos, lo que correspondería a un promedio de 26 600 abortos por año. La cifra ciertamente parece impresionante. Sin embargo, debe indicarse que la cifra recoge todas las causas de aborto. No solamente aquellos que son directamente provocados sino también los embarazos, ectópicos, los accidentes laborales, los abortos espontáneos, las malformaciones genéticas, etc. Un error como ese puede perdonarse fácilmente en un ciudadano común, pero no en un asambleísta que recibe un salario del Estado para estudiar estos temas sino que, además tiene la ayuda de un grupo de asesores que también perciben un sueldo del erario público.
¿Por qué los datos tienden a ser presentados de forma tan inexacta?
Al parecer, el fenómeno tiene su explicación en el modo en que el movimiento pro-aborto plantea su propuesta. Evidentemente, presentarla desde el punto de vista del niño no nacido es inviable en términos mediáticos y políticos. Es muy difícil captar la simpatía popular con una propuesta cuyo elemento central es la eliminación de una vida inocente. El movimiento pro-aborto prefiere abordar la perspectiva de la madre. Y en este punto, la muerte por aborto clandestino apela de modo particular a la conciencia social. Hay un grupo amplio de personas que están en desacuerdo con el aborto como tal, pero lo apoyan como un medio de ofrecer una alternativa a las mujeres víctimas de la violencia.
Indudablemente, muchas veces, hay detrás de todo esto un deseo bienintencionado de ayudar. Sin embargo, las buenas intenciones no son suficientes para acertar en una decisión de política pública. Las leyes si no están ancladas en la realidad pueden causar daños de proporciones pavorosas. Es por tanto, cada vez más necesario, que todos los ciudadanos tengan las herramientas necesarias para comprender qué es lo que en realidad está ocurriendo.
Referencias
[1] https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/abortion, consultada el 23-I-2022.
[2] https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/abortion, consultada el 23-I-2022.
[3] Global causes of maternal death: a WHO systematic análisis. El artículo completo puede consultarse o descargarse en https://www.thelancet.com/journals/langlo/article/PIIS2214-109X(14)70227-X/fulltext
[4] Global, regional, and subregional classification of abortions by safety, 2010–14: estimates from a Bayesian hierarchical model. El texto puede leerse o descargarse en https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(17)31794-4/fulltext
[5] La traducción es mía.
[6] La traducción es mía.
[7] Concretamente en https://www.salud.gob.ec/descargas-muerte-materna/

Juan Miguel Rodríguez
Sacerdote. Capellán de la Universidad Hemisferios (Quito - Ecuador) Doctor en teología. Antes de su ordenación sacerdotal trabajó como profesor universitario.Actualmente desarrolla su labor pastoral también en el ámbito de la universidad.