¿Y las mujeres de Afganistán?
Uno de los principales temas de las noticias mundiales actuales , ha sido la salida del ejército de EEUU en Afganistán. Por consiguiente, su deslealtad con los aliados en ese país y en Europa. Además, la rápida toma del control absoluto por parte de los talibanes en el país que amenaza en particular la poca libertad las mujeres.
Si bien lo vemos como un país lejano, con costumbres y tradiciones muy distintas a las nuestras, es imposible no solidarizarse con el sufrimiento de ese pueblo.
Así, vemos como un avión lleno de afganos, en una situación que normalmente por seguridad y protocolos sería impensable, sale desesperadamente hacia Qatar para tratar de huir del régimen talibán. Por otro lado, las tristes noticias de que las mujeres han empezado a perder sus derechos.
Vemos el miedo de quienes se quedan dentro, y sobre todo, el miedo de las mujeres a que el régimen talibán vuelva a aplicar las normas de conducta para la sociedad como era entre 1996 a 2001, años en los que este régimen gobernó Afganistán.
Durante estos años las mujeres vivieron en un régimen en el que su libertad se vio muy coartada. Teniendo que llevar una vida en la que se encontraban con situaciones como estas:
- no podían trabajar fuera de sus casas a menos que fueran en el sector salud
- las niñas no podían asistir a la escuela
- las mujeres debían llevar una burka que les cubría de pies a cabeza y solo les permitía ver a través de una pequeña reja colocada a la altura de sus ojos
- se separaba completamente a los hombres de las mujeres ,al punto que las mujeres no podían ver al conductor del bus
- las mujeres no podían salir solas fuera de sus casas y no podían escoger con quien casarse.
Se consideraba que hombres y mujeres tenían roles distintos, y que el rol de la mujer básicamente se circunscribía al hogar, donde tenían que encargarse de procrear hijos, cuidarlos y estar pendientes de los quehaceres domésticos.
Oportunidades en otros países
Fue en esta época cuando muchas personas tuvieron que huir de Afganistán y buscar mejores días en otros países.
Tenemos como magnífico ejemplo la historia de Nadia Nadim, una joven afgana que huyó de su país con su familia siendo niña. Hizo su vida en Dinamarca y actualmente es una de las mejores futbolistas de este país. Además es estudiante de medicina y habla nueve idiomas. Una historia que no podría haber realizado en su país natal.
Lamentablemente, el miedo a que esto vuelva a ocurrir y que las niñas afganas no puedan tener una vida en libertad, como Nadia Nadim, dentro de su país es inminente. A pesar de que los líderes talibanes han asegurado que se respetarán los derechos de las mujeres, es muy poca la certeza que se tiene sobre el cumplimiento de este ofrecimiento. Las mujeres empiezan a experimentar que el régimen corte sus libertades.
Podemos leer historias como la de Zarifa Ghafari, la alcaldesa más joven que ha tenido Afganistán. Luego de haber recibido amenazas de muerte, espera en su casa junto a su familia a que esta amenaza se cumpla, sin tener un lugar a donde ir.
La reflexión que conlleva
Todo esto nos lleva a reflexionar y pensar cómo puede suceder esto en pleno siglo XXI. En un momento de la humanidad donde las historias de mujeres líderes son cada vez más frecuentes, donde vemos como las mujeres pueden ser excelentes científicas, deportistas, empresarias, profesionales y no por eso dejar de ser grandes mujeres y desarrollar su feminidad.
¿Cómo puede ser que las afganas tengan miedo de ir a trabajar?, ¿cómo a las niñas y jóvenes se les puede volver a impedir estudiar?, y en general, ¿cómo se pueden dejar de reconocer los derechos humanos más básicos como la libertad, la dignidad, la igualdad ante la ley y el derecho a la educación?
Considero que esta indignación nos puede surgir porque todos los seres humanos nacemos en libertad. Esta libertad es la que nos hace distintos de cualquier otra especie que habita el planeta y, en esencia, es lo que nos da la dignidad de ser humanos. Por eso, a lo largo de la historia se vuelve nefasto cualquier intento de coartarla en nombre de un gobierno o cualquier grupo.
¿Qué podemos hacer?
La impotencia es grande y sin duda muchos nos hemos preguntado qué podemos hacer ante tan terrible situación. Dudo que exista una respuesta a una pregunta tan grande. Pero a la vez creo que existen muchas formas de colaborar.
Por un lado, esperamos que los líderes mundiales apoyen a los hermanos y hermanas afganas. Recibiéndolos en sus países, dándoles las oportunidades que se les niega en el país que les vio nacer. También esperamos que las distintas organizaciones internacionales que puedan intervenir, velen porque a las mujeres se les trate como iguales y no se les castigue o mate por no cumplir con las reglas del régimen.
Y nosotros, los ciudadanos comunes, esos que no vamos a poder ir a Afganistán a ayudar a estas mujeres, a educar a las niñas, nos surge la duda de: ¿Entonces qué podemos hacer?
Para quienes tenemos fe, sin duda lo primero que podemos hacer es pedir en nuestras oraciones. Que Dios las mantenga sanas y salvas, que las niñas puedan crecer sin miedos, que todas las mujeres puedan sentir alegría y paz en sus corazones, que en algún punto puedan salir solas a la calle sin temor de ser atacadas por esto, que puedan volver a sus escuelas, que tengan una vida en libertad y sobre todo que las proteja mientras están en peligro.
Tenemos el deber de informarnos, de conocer un poco más de su cultura, de fomentar la no discriminación a quienes son diferentes, y de aceptar a quién piensa distinto a nosotros.
Finalmente, como mujeres tenemos que valorar mucho lo que tenemos y no darlo por sentado, alegrarnos y agradecer cada día por tener un trabajo al que poder asistir y al cumplir ese privilegio hacerlo de la mejor manera. Para quienes estudian, pensar en que si bien a veces nos puede dar pereza, hay niñas y jóvenes en otro lugar del mundo que no tienen el privilegio de hacerlo, así es que intentar poner nuestro mejor esfuerzo en honor a ellas. En general respetarnos como mujeres entre pares, no discriminarnos por nuestra forma de vestir, actuar, o pensar.
Nuestra solidaridad con todo el pueblo afgano, los que han debido quedarse y los que han debido huir. Nuestra esperanza de que en un futuro cercano pueda establecerse la paz y la tolerancia en este país y todos los que viven guerras.
Todas las mujeres del mundo debemos ser tratadas siempre como seres humanos dignos y en libertad. Que nuestras niñas crezcan sin pensar a que debido a ser mujeres van a tener limitaciones en la vida.
Verónica Villacis Martínez
abogada por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Especialista en Derecho de los Negocios de la Universidad Externado de Colombia. Mágister en Derecho de la Empresa, Uversidad Andina Simón Bolívar. Abogada en Libre Ejercicio en Andestrat Consulting