Festival de la teta
El siguiente contenido puede afectar las creencias y mentalidades de algunas personas. Si es susceptible a estos temas, le recomiendo no leer.
Hoy, rindo honores, a la teta.
Las tetas.
Entre mis múltiples deudas, a ellas les debo la vida misma.
Desde sus inicios me han causado más de una lágrima.
El dolor de chichi en crecimiento no es chiste. Además, las mías no crecieron igual que el resto del cuerpo. A pesar del dolor intenso, ellas optaron por quedarse chiquitas y no faltó quién recomiende:
Aumentate un poquito, para que luzca la ropa.
O los brujos teteros:
Que pena, ahí no te va a entrar suficiente leche cuando tengas guaguas para saciar su hambre. Tendrás que complementar sin duda.
Rebeldes como ellas solas, (y sabias, porque en serio es audaz la ignorancia) lucieron bellos escotes y alimentaron hasta la saciedad a mis dos hijas.
El dolor de la chichi en crecimiento es juego de niños frente al dolor de un mal agarre en la lactancia, fruto de posicionarnos mal, o de que el bebé tenga frenillo.
Con mi primera hija escuché por primera (y gracias a Dios) por última vez la famosa frase consuelo:
una vez que te sangren la primera vez, se hará costra y dejará de doler.
Escuché, pero decidí no hacer caso. Y aprendí.
Aprendí a alimentar a mis hijas entre videos, asesoras, dolor, ardor, ampollas y ni una sola gotita de sangre. Aprendí a disfrutarlo, sin dolor.
Aprendí a soltar también.
¿Tarde? ¿Tarde para quién?
Mis hijas han lactado por hambre, por sueño, cuando se han lastimado, cuando se han asustado.
Por más tiempo que el esperado, que el establecido, que el aceptado.
Mi ultimita se aferra a su teta todavía. No a las dos, solo le gusta una:
“la gordish, mami” me pide
La escoge.
Niñita, la teta ya está cansada. Y la mami también. Es tiempo de decirle chau, le dije recién.
Vi en un video, una nena despidiéndose de su chupón al que le habían amarrado un globo de helio. La bebé habló, abriendo su boquita y el globo se llevó su tete. Trágico, y además imposible hacer eso con la lactancia. Me niego a amarrarme globos y dudo que estas sean levantables con helio.
Dejar de lactar es un acto de voluntad, necesario.
Y dónde se requiere de voluntad, se requiere de respeto, acompañamiento y harta paciencia.
Mi pequeña se enoja, gira su cuerpo y me da la espalda.
-Mi no decis chau a mi teta- comenta enérgica, con su voz cortadita.
-Es mi teta reina y si, ya nos vamos a despedir. Le vamos a celebrar, a decir gracias y como ya eres grande, fuerte, valiente e inteligente, y sabes dormirte sola, le vamos a decir chau chau también-
Me ignora, finge que no me escucha y al ratito me habla de nuevo: mami, eshte fetival de la teta, cuándo esh?
Ese es el evento que faltaba en mi vida.
El festival de la teta. ¿Cómo es que nunca se me ocurrió?