
LÍDERES QUE INSPIRAN
Cuando hablamos del feminismo sinérgico como una propuesta de paz y conciliación, en la cual hombres y mujeres se unen en la búsqueda de soluciones para promover y alcanzar el desarrollo integral de la mujer, la historia nos refiere a una gran cantidad de personas que han inspirado esta causa y que continúan siendo un referente para todos quienes creemos en esta propuesta.
En definitiva, sabemos que hombres y mujeres se necesitan mutuamente para avanzar en la conquista de los derechos de las mujeres y la consecución de una efectiva igualdad, a pesar de nuestras diferencias biológicas y la diversidad.
Recientemente hemos vivido el mundial masculino de fútbol y he pensado en esas cientos de mujeres que han tenido una participación relevante: las madres de los jugadores que les sirvieron de apoyo e inspiración; la francesa Stéphanie Frappar, primera árbitra mujer en un mundial masculino de fútbol; y todas aquellas mujeres futbolistas y aficionadas que alientan a sus equipos en las primeras filas de las hinchadas. En definitiva, aunque el fútbol fue un deporte que en sus inicios era entendido como propio de los varones, con el aporte de ellos mismos, hoy es un espacio donde las mujeres tienen una participación activa.
Pero hablando de los líderes que inspiran, a manera de ejemplo quiero utilizar la figura del director técnico de un equipo de fútbol. Son piezas claves de los equipos aunque quizá, en el momento del partido, actúan de manera silenciosa y no hacen la jugada maestra que levanta la euforia de los aficionados. Sin embargo, es evidente que son los líderes del equipo. Están 90 minutos pendientes de los jugadores: dando instrucciones desde el lateral de la cancha; fijándose en las ventajas y desventajas del oponente; animándoles; y en general, pendiente de cada uno de los detalles que pueden hacer que su equipo gane o pierda el partido. No obstante, cuando el equipo gana, poco o nada se dice del director técnico, pero cuando pierde, normalmente todo el peso de los errores cometidos cae sobre él.
He querido aplicar esta reflexión al momento de hablar de liderazgo femenino. Necesitamos pensar en personas que han tenido una sensibilidad especial para encontrar dónde se necesita un giro; han sido proactivos y generadores de cambio, aún cuando han cometido errores; y, finalmente, han motivado a otros a seguir su ejemplo.
No obstante, creo que no es suficiente hablar de mujeres que han causado impacto por sus logros personales para hacer referencia a líderes que inspiran. Creo que tenemos que ir un paso más adelante y hablar de personas que han servido de inspiración para otras. Líderes que han sabido comunicar un mensaje para poder lograr un cambio.
Quizá en la mayoría de los casos todos tenemos personas cercanas que han influido positivamente en nuestras vidas aunque el impacto social no sea tan evidente. En mi caso personal, una de mis principales inspiraciones ha sido mi abuela, la Mama. Se quedó viuda con 40 años de edad y 9 hijos. Fue muy activa políticamente, llegó a ser diputada y una de las principales voces y representantes del Partido Conservador Ecuatoriano. La recuerdo encabezando marchas políticas; intercediendo por gente necesitada en el IESS, el Registro Civil y distintas autoridades públicas pero sobre todo, muy sensible con las necesidades de su familia y de la sociedad. Actualmente tiene 26 nietos, 47 bisnietos y algunos en camino. Supo comunicar a su familia el mensaje de que debemos ser coherentes con lo que pensamos; utilizar todos los medios para trabajar efectiva y activamente por una verdadera justicia social, y sobre todo que una mujer es capaz de desempeñarse en todo papel que sea llamada a actuar.
Pero a su vez, mi abuela recibió su inspiración de un varón, su hermano Aurelio Dávila Cajas, ex Presidente de la República. Aurelio le fue guiando en el camino de la política y abriéndole muchas puertas. Lo que intento decir es que el liderazgo femenino puede surgir a su vez de la inspiración en hombres quienes con su ejemplo de vida, las motivan a llegar muy lejos. Las tratan como iguales, confían en ellas y las impulsan.
Así, otro gran ejemplo de liderazgo femenino es la madre Santa Teresa de Calcuta. A sus 18 años recibió la inspiración de otro varón, un misionero cristiano en Bengala, que la motivó a abandonar su ciudad natal y dedicar su vida a ayudar a «los más pobres de los pobres». Más allá de todas las obras que hizo, el mayor legado de Santa Teresa de Calcuta fue el constituirse como un ejemplo inspirador para cristianos y no cristianos de los últimos tiempos, demostrando con su propia vida el valor de la generosidad y la entrega a los más necesitados.
Su gran prestigio moral y su reconocimiento universal hizo que en el año 1975 fuera designada por la Santa Sede como representante en la Conferencia Mundial de las Naciones Unidas con ocasión del Año Internacional de la Mujer. Su lema, en este espacio fue trabajar en la acción por encima de los ideales de cada organización ahí representada. Cuatro años más tarde, con el apoyo de gobiernos, instituciones internacionales y poderosos personajes recibió el premio Nobel de la Paz. Y, en el año 1982, San Juan Pablo II la designó para mediar en el conflicto del Líbano, aunque su intervención tuvo muchas dificultades por los intereses políticos detrás del conflicto.
En consecuencia, al hablar de liderazgo femenino creo que no es suficiente identificar a mujeres que han alcanzado logros personales importantes, aunque es el primer paso. Se necesita valentía para generar el cambio. Pero cuando hablamos de liderazgo, necesitamos pensar en mujeres que han movido a otros, inclusive para ir más lejos.
Un factor fundamental de un líder es saber comunicar un mensaje para poder lograr un cambio. Ahora, frente a una sociedad cada vez más carente de valores, necesitamos identificar a aquellas mujeres que, desde su lugar de trabajo, sus hogares y sus espacios sociales, logran generar mensajes en beneficio del desarrollo de la mujer y mover a más personas a seguir sus ideales.

María de Lourdes Maldonado
Nacida en Quito, el 5 de junio de 1977. Estudio en el colegio Cardinal Spellman Girls School hasta tercer Curso, y curso el bachillerato en el Centro Educativo Tomas Moro. Se graduó de abogada en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador y realizó sus estudios de Posgrado en España, donde obtuvo el título de Master en Derecho de los Negocios en la Universidad Francisco De Vitoria, con el auspicio del Colegio de Abogados de Madrid. Es arbitra del Centro de Arbitraje de la Cámara de Comercio de Quito. Casada y tiene 4 hijos.