Escapándole al Matrimonio: Sí y No
A punto de llegar a mi tercera década, una mujer joven, profesional y soltera, me pregunto: ¿Elegí bien? ¿Elijo bien? ¿Me equivoqué? Es lo que probablemente te preguntas si compartimos esta etapa de la vida, en la que el matrimonio no ha llegado.
Comencé a trabajar a los 17 años y rápidamente sentí gran atracción por el desarrollo profesional, pero sobretodo por formar una familia. Mientras daba los primeros pasos, me di cuenta que en algunos casos, el matrimonio es un camino de mejora financiera. En otros; la única meta de la vida; o la manera de salir de casa y ser independiente; o el anclaje para encontrar seguridad emocional.
Asimismo están aquellos que han optado por el matrimonio, con la premisa de ser una unión perfecta, el enamoramiento perpetuo y al primer disgusto, el egoísmo toma cuerpo y ¡a botar la toalla se ha dicho!
No obstante, están quienes con valentía van atesorando grandes recuerdos. Esas parejas que pese a los problemas y fruto de la perseverancia, han formado una comunidad de vida y amor conyugal. Ciertamente han podido llegar a su plenitud como mujer y hombre.
¿Cuál es la fórmula perfecta para elegir bien? Mientras piensas, debo aceptar que inconscientemente embarga algo de miedo al compromiso. Inmediatamente, algunos regresan la mirada y empieza el cuestionario: ¿Cuándo te casas? ¿Cuándo vas a tener hijos? ¿Por qué dejaste pasar a tal o cual persona? ¡Es desesperante!
¿Hay edad y fórmula perfecta que garantice un matrimonio?
¿Hay edad para casarse? Y más profundo: ¿qué es el matrimonio? Después de observar distintos matrimonios, ya sabes, los de tus familiares, amigos, colegas, concluyo con total certeza, que no existe edad ni fórmula que garantice un matrimonio. Sin embargo, pienso que el matrimonio perdurable sí puede garantizar libertad, respeto y desarrollo. He constatado que el éxitos de esas parejas perdurables, es una decisión responsable tomada por amor. Ambos deciden llevar un proyecto de vida juntos, pese a la imperfección del otro.
Dos almas y un solo corazón
Es ese camino que aún no he vivido, sin embargo soy consciente que deberá implicar una entrega y esfuerzo diario. Además un alto nivel de responsabilidad. Como aquella madre agotada luego de una ardua jornada; que con responsabilidad y amor, da de lactar a su bebé a la madrugada.
Además, en mi caso, ha sido importante aprender a formar día a día el interior. Aprender a cultivar una sana autoestima para mejorar la calidad de nuestros amores. Algunos lo podrán hacer a temprana edad y otros después.
Confieso que dejar de lado el ego y acoger la humildad, no es fácil. Admiro a todos los que han logrado, es un acto de héroes, que día a día van consiguiendo la victoria y me atrevería a decir es una parte de su receta de la felicidad.
¿Será una utopía?
Tal vez suena a utopía, no obstante, cuando he preguntado a esas parejas de 50 años y más, me han sabido confirmar que en el amor de calidad, lo esencial no es gozar, sino compartir. Y quien comparte más, goza más. Que el amor perdurable no es un imposible y que el matrimonio es una decisión, la decisión más importante de la vida y merece ser tomada con responsabilidad.
Encontrar una pareja donde los dos compartan libremente sus gustos, sueños y anhelos, bajo un marco de respeto y consideración, a veces toma tiempo. Mientras llega o no esa persona, disfruto cada día los detalles, aprecio lo que tengo, trabajo en mi crecimiento interior, sabiendo que mi valor como mujer no depende de otra persona.
Abrazar mi soltería, no quiere decir abrazar la “triste soledad”, simplemente la tomo como mi aliada, la que me ha dado amplitud para perderle miedo al compromiso, a desarrollar la independencia y madurez, a no depender de alguien para ser feliz y amarme. A dejar rastro, ser feliz y repartir felicidad.
Karen Gómez
Cofundadora