Riego de amor
Según yo, entro en mi mejor presentación.
Dudo cuando ella me ve de la cabeza a los pies.
«¿Qué te pasó? ¿Qué te regaste?»
Me examino yo también, de la cabeza a los pies.
«No se me regó nada abu. Fui yo la que me regué»
Me regué. Si, nada se me regó encima.
Es mi cuerpo que ya no se contuvo más y se regó. Se sigue regando y nada de lo que haga lo detiene.
Se riega mi leche, y también el sudor. Tengo gotas de lágrimas y de quesitos por todo lado.
No importa cuantas veces me bañe, me cambie y me vuelva a bañar, ni cuánto cuidado tenga, está todo marcado.
Si uso perfume ella se frunce, estornuda y se estampa contra mi pecho como queriendo quitarse el olor, o quitárselo a mi cuerpo.
«No se me regó nada abu, me regué yo. Es un riego de amor».
Mi abu me vira los ojos. Es su manera de decirme que estoy loca. Mi bebé se me pega al pecho, todavía no fija la mirada, y no necesita verme para reconocerme Me huele y se queda dormida.
Siento que es su manera de darme la razón y de aportar su parte a nuestro riego de amor.