¿Qué hay detrás de los vientres de alquiler?
¿Desde qué momento la maternidad se ha mercantilizado? ¿Cómo es posible que los vientres de alquiler sean la alegría de unos y la desgracia de otros?
Todo inicia cuando una mujer que, en muchos de los casos, vive una situación de extrema vulnerabilidad, opta por alquilar su vientre para enfrentar la pobreza. Existen agencias encargadas de seleccionar a estas mujeres, catalogando a cada una en función de su nivel de éxito en embarazos, para luego conectar con posibles clientes interesados en contratar los servicios de gestación a través de ferias o anuncios en internet.
La mujer gestante puede elegir libremente
A simple vista podríamos decir que las mujeres gestantes actúan y deciden con total libertad y son las únicas responsables de lo que pueda pasar. Sin embargo, una mirada más allá nos muestra el escenario en el que ellas toman esta decisión y la manipulación a las que se ven sometidas. El proceso conlleva fijar tarifas por sus «servicios», establecer «beneficios», y acuerdos de posterior renuncia, irrevocable, al «producto» que en este caso es un bebé
Generalmente, las mujeres, cuando toman la decisión, ignoran que durante los 9 meses posteriores se genera de forma natural un vínculo emocional muy fuerte entre la madre y el hijo, y, que la separación a la que se ve sometido el bebé, produce graves secuelas psicológicas. Aunque firman un contrato, no son totalmente conscientes del control a las que se someten: qué deben comer, renuncia a cualquier confidencialidad médica, vigilancia constante, entre otros.
¿Vientres de alquiler igual a tráfico de personas?
Podríamos pensar que el nivel de vulnerabilidad en el que se encuentran estas mujeres es de tal magnitud que no ven otra opción más que poner su cuerpo al servicio de otros, similar al tráfico de personas y explotación sexual. En función de esta premisa nos preguntamos, ¿qué pasa con la dignidad de la persona?
Por otro lado, es doloroso ver cómo ciertos organismos presentan la gestación subrogada como una nueva oportunidad para las parejas o personas que no pueden tener hijos. Catalogando como una acción altruista, mientras que por detrás existe un negocio de millones de dólares a costa de mujeres tratadas como proveedoras y de bebés como mercancía.
¡Pero todos tenemos derechos a tener un hijo si queremos!
Los hijos tienen derecho a tener un padre y una madre y no al revés. Tienen derecho a nacer en un ambiente estable que garantice su desarrollo y salud emocional.
Una opción totalmente legítima para las parejas que desean formar una familia con hijos y se ven impedidos por algún factor natural, podría ser la adopción. Cuántos niños en el mundo desean y necesitan el afecto de un padre y una madre, cuántos de ellos añoran crecer en un núcleo familiar acompañado del calor de un hogar.
El egoísmo y la ignorancia que anida en los corazones y las mentes de las personas hace que vean como una vía legítima la contratación de vientres de alquiler. La facilidad de elegir un hijo por catálogo, seleccionando las características deseadas y en cualquier momento, nos lleva a pensar si el significado de la dignidad humana es entendido en la actualidad. Además surge la interrogante de si el mundo cada vez va perdiendo o no ciertos aspectos éticos y morales sobre los que nos deberíamos desenvolvernos en el día a día como seres humanos. Finalmente, estamos seguros de que las mujeres y los niños no somos mercancía.
Cofundadora
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Karen Gómezhttps://www.razonemocion.com/author/karengomez/
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