¿ES BARBIE OTRA PELÍCULA FEMINISTA MÁS?
Spoiler alert*
La película más taquillera de lo que va del 2023 es digna de analizar en este espacio, no solo porque fue muy coyuntural, sino porque tiene la capacidad de ser autocrítica, visibilizar matices y poner sobre la mesa temas interesantes para reflexionar y generar conversación. Definitivamente, tiene mucha tela que cortar, pues contiene puntos alarmantes y algunos otros sorprendentemente positivos.
ASPECTOS TÍPICOS DEL DISCURSO FEMINISTA RADICAL
La impactante primera escena donde las niñas se “liberan” de la tristeza y el aburrimiento de jugar a ser madres a través de destrozar bebés es realmente perturbadora. Este ataque a la maternidad -típico del feminismo radical- está constantemente presente en la discriminación hacia Midge, la barbie embarazada, personaje que es alienado y representado como tal fracaso en Barbieland que fue descontinuada. Es contradictorio como en una película que se esmera por ser “inclusiva” no lo sea con las madres.
Por otro lado, la definición de patriarcado propuesta explícitamente en la cinta se encarga de colocar a los hombres en una posición de privilegio que interpreta la vieja idea de una disputa por poder entre sexos. La película está llena de frases como “hacemos el patriarcado bien, solo lo disimulamos mejor” para asentar el concepto de que los hombres tienen privilegios y las mujeres problemas. Esta visión, además de estar incompleta, ha probado ser muy dañina e insuficiente al momento de generar un cambio.
Otro aspecto cuestionable es la promoción de la venganza como forma de “empoderamiento femenino”. La estrategia “salvadora” de las barbies para retomar Barbieland se basa en la división y la violencia. Lastimosamente, este es un recurso repetitivo en varios discursos feministas radicales. Resulta un sinsentido promover una sociedad más justa, haciendo las mismas acciones perjudiciales a la inversa.
UN GIRO INESPERADO
No es novedad que una cinta feminista radical esté cargada de personajes masculinos incompetentes y violentos que reflejan la idea de que la masculinidad es inútil o peligrosa. Según esta narrativa, los hombres son un obstáculo o peor aún, un accesorio. Esta idea fue la primera que vino a mi mente al escuchar el lema de la película “Ella lo es todo, él es solo Ken”. No obstante, tuve una grata sorpresa con el arco de transformación de este personaje masculino a lo largo de la película. Si bien es cierto, al inicio se muestra a Ken como superficial, es el personaje que tiene las reflexiones más profundas al final.
Ken tiene una sincera búsqueda de identidad que le permite llegar al punto de inflexión en donde, después de una crisis, se da cuenta de que él es suficiente. En su canción “soy solo Ken”, nos permite entrar en su mente y entender su conflicto de no encontrar sentido individual lejos de lo que es junto a Barbie. A diferencia de lo que en un principio se puede entender como querer ubicar al hombre por debajo de la mujer, “soy solo Ken” explica la importancia de valorar el rol de los hombres en la sociedad.
Encontrar un propósito en su existencia le permite a Ken dejar de mendigar amor o conformarse con ideas externas de lo que se supone que debería ser. Ken no es feliz cuando instaura el patriarcado en Barbieland, sino que comienza a serlo cuando se libera de resentimientos y decide encontrar su identidad.
Por otro lado, la película no idealiza Barbieland donde todo es gobernado por mujeres. Al contrario, promueve la idea de que una sociedad con dinámicas sociales sanas parte de la complementariedad entre hombres y mujeres. Al final, Barbie se da cuenta de que no se puede vivir en un mundo que solo beneficie a un sexo y aplaste al otro. Su frase “no todas las noches tienen que ser noche de chicas” se puede interpretar como una reflexión de que no está bien que Barbie (la mujer) sea lo único que importe siempre y a toda costa.
Otros aspectos positivos de la película incluyen la capacidad de las barbies de reconocer sus éxitos sin dudar de sus capacidades y demostrar que la lógica y los sentimientos son compatibles en las mujeres. Además, el cierre de la película cuestiona de una manera inteligente los roles de género y la definición de éxito. Al proponer una Barbie que represente lo ordinario se visibiliza que no hay necesidad de ser siempre perfectas. Esta idea transforma el discurso victimista de Gloria titulado “es imposible ser mujer” por la posibilidad del reconocimiento del valor de la esencia femenina y el rol de la mujer en la sociedad.
Quiero aplaudir el trabajo de Greta Gerwig al dirigir una película que expone simultáneamente los supuestos feministas radicales y las falencias de los mismos. También es destacable su elección de añadir el diálogo final entre Barbie y Ken, donde ambos empatizan con el otro y se piden perdón por las heridas causadas. Ese es el primer paso para una sociedad equitativa, trabajar como equipo a través de sus diferencias y no solo a pesar de ellas. Eso es uno de los valores que buscamos en el feminismo sinérgico.
¿QUÉ NOS DICE DE NOSOTROS EL ÉXITO DE BARBIE?
El fenómeno alrededor de Barbie en sí mismo nos enfrenta principalmente a dos realidades. En primera instancia, es una manifestación de que la industria del entretenimiento se mueve por y para el dinero. El éxito en taquillas es solo la punta del iceberg de la cantidad de dinero que está detrás de una producción como esta. Por lo tanto, vale la pena recalcar que TODO a su alrededor está cargado de intención justamente para favorecer a este propósito. El reparto, el guión, la musicalización, la elección de planos, cada detalle está pensado para provocar algo en la audiencia. Este hecho nos obliga a dejar de consumir contenido “de moda” pasivamente y comenzar a analizar este tipo de películas con un sentido crítico. Ignorar que el film proviene de grandes influencias de feminismo radical sería ingenuo y poco estratégico.
En segundo lugar, toda la discusión -a favor y en contra- de Barbie es una demostración de nuestros patrones de comportamiento. A días del estreno, saltaron los análisis y las críticas, algunas fueron reflexiones profundas y muchas otras solo comentarios simplistas para unirse a la ola rosa. De repente, todos tenían algo que decir al respecto y rápidamente se polarizó el tema.
Somos seres sociales y tenemos el deseo de encajar, de relacionarnos con los demás en torno a temas de interés común y de sentirnos respaldados en nuestra opinión. Sin embargo, es triste que esa conciencia social se reduzca con facilidad a encerrarnos en nuestras ideas y bloquear o ridiculizar cualquier perspectiva diferente a la nuestra. Más lamentable aún es renunciar a una reflexión personal por asumir opiniones de terceros que nos llenan de prejuicios y causan más división.
SER FEMINISTA YA NO ES UNA OPCIÓN
Barbie es el claro ejemplo de que vivimos en una sociedad que reclama tomar una postura sólida frente al feminismo. Los temas que propone en torno a la mujer son cada vez más complejos y no podemos ser indiferentes.
Ser feminista en la actualidad ya no es una opción porque las fuerzas que influyen en la sociedad están cambiado y es nuestra responsabilidad elegir con astucia y coherencia una postura ante el feminismo que no nos aisle del mundo y nos permita transformarlo desde dentro.
El feminismo sinérgico es una alternativa muy valiosa. Pretende ser un puente de paz y diálogo entre dos posturas opuestas. Nos invita a desarrollar un pensamiento crítico capaz de encontrar los grises y rescatar aspectos positivos, incluso de opiniones totalmente alejadas a la nuestra. Nos mueve a ser propositivas, abrazar nuestra feminidad, buscar soluciones creativas y formar alianzas que nos permitan trabajar a favor del desarrollo integral de la mujer y, por ende, impactar positivamente en toda la sociedad.
En una entrevista a Margot Robbie -productora y protagonista- señaló que Barbie es una película que supera al feminismo, ya que nos muestra la posibilidad de una sociedad sin disputas por poder, donde exista real equidad.
Ese debería ser nuestro objetivo, que el feminismo sea solo un medio temporal para alcanzar un fin. Reconocernos feministas es entonces ser conscientes de que la meta es vivir en una sociedad “post-feminista”, en donde ya no sea necesario reclamar espacios que nos corresponden ni hacerle frente al machismo.
Ojalá alcancemos pronto el punto en el que superemos la polarización, un punto en el que hombres y mujeres trabajemos desde la sinergia a favor de familias más fuertes , empresas más sólidas y sociedades más sostenibles. Hasta eso, es momento de ser protagonistas en el presente y tomar acción, comenzando por esforzarnos en ver más allá del “blanco” y “negro”.
Ana Paula Rojas
Comunicadora, guionista, fotógrafa y defensora de la vida. Tengo 22 años y escribo sobre temas relacionados al feminismo , la educación menstrual , ciclicidad femenina y equidad de género.
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