Desde hace algunos meses he estado acompañando a la madre de dos niñas víctimas de violencia sexual, a través de distintas acciones judiciales y constitucionales. No obstante, ha sido terriblemente frustrante ver como en este duro camino, organizaciones supuestamente feministas les han cerrado sus puertas, y juezas activistas reconocidas como defensoras de los derechos de la mujer, han hecho de todo para silenciar su voz.
Pocos tiempo antes de aceptar este caso, estábamos debatiendo contra estas mismas
personas respecto de la legalización del aborto. Términos tales como “la revictimización de la mujer” o “poner en duda la palabra de las mújeres víctimas de violencia” se proclamaban como bandera de batalla para exigir la despenalización del aborto en caso de violación.
Lo cierto es que ahora, estas víctimas de violencia han sido real y verdaderamente
revictimizadas por el sistema ejercido a través de estas juezas, peritos y fiscales
“feministas”. Han sido las primeras en no creer su historia. Lo que es peor, han escondido el expediente de su caso por debajo de aquellos que hoy tienen más exposición política. Han dejado a las víctimas total y absolutamente desprotegidas.
En definitiva, se ha comprobado una vez más lo que ya sabíamos. El llanto desconsolado pidiendo justicia de estas víctimas reales de violencia, en realidad no es de su interés. Han empleado todos los esfuerzos del marketing, valiéndose de la violencia contra la mujer, con el único propósito de vender el aborto como solución. A la hora de actuar y generar un cambio simplemente no han actuado.
La vulneración de derechos de la mujer más básica es la falta de acción. Los primeros
llamados a actuar son quienes tienen en sus manos la oportunidad de investigar estos
delitos, apoyar a las víctimas y sancionar a los delincuentes. Por esta razón, nos corresponde a todos levantar la voz contra un sistema corrupto e
ineficiente. Levantar la voz contra quienes se han apropiado de la calificación de feministas para vender ideología como única solución a la problemática de la mujer. Quitarles el espacio a quienes se han aprovechado del sufrimiento de las mujeres solo para ganar un lugar en la política u ocupar un cargo público.
La violencia no se soluciona con ideología. Se arregla con trabajo en educación, salud y
justicia. La violencia es real, y la ejerce no sólo el hombre que abusa de la mujer, sino todos quienes las utilizan como lema de campaña o las dejan en indefensión.
Defender a la mujer en su integridad, especialmente a aquellas madres que luchan no sólo contra los agresores de sus hijas, sino con un sistema corrupto e ineficiente es tarea de todos.